Este pasado 13 de junio celebramos el Día del Sexo Anal, aunque realmente las fechas no han sido totalmente confirmadas. También encontré referencias de su celebración el 18 de abril. Pero se celebra el día que sea, siempre es un gran momento para educar responsablemente sobre estos temas que tanta curiosidad nos generan.
El sexo anal es, básicamente, el acto de penetrar con el pene o algún objeto en el ano de la pareja sexual. Aunque no se queda solo ahí; también integra el sexo oral directamente al ano o como mejor lo conocemos, “beso negro” o annilingus.
Esta práctica no es “moderna”. La realidad es que se han encontrado pinturas y esculturas de siglos pasados realizando dichas prácticas.
Es importante mencionar que la sexualidad es parte de la vida de todas las personas de diversas edades, cuerpos, identidades de género, estén o no en pareja y vivan con o sin discapacidad. Los deseos, las preferencias y decisiones pueden cambiar a lo largo de la vida. Y tales prácticas sexuales no definen la orientación, y toda práctica sexual debe hacerse bajo consentimiento de todas las personas involucradas en el acto.
¡Hablemos, pues de los beneficios y cuidados para el sexo anal!
La zona perianal cuenta con una alta cantidad de terminaciones nerviosas que producen placer y, por lo tanto, ayuda al autoerotismo y erotismo en pareja, que no es otra cosa que la estimulación a través de nuestros cinco sentidos para recibir placer sexual.
Estas son las partes del cuerpo que intervienen en el sexo anal:
• El ano: el orificio al final del tubo digestivo, por donde se evacua el material de defecación. Está compuesto por capas de piel, con terminaciones nerviosas que la hacen especialmente sensible, y por el intestino.
• El recto: la última parte del tubo digestivo, recubierto internamente por mucosa y ubicado antes del ano. Es una zona menos sensible.
• El esfínter anal: un anillo muscular que mantiene cerrado el ano y es controlado por el sistema nervioso autónomo, pero en parte también es posible contraerlo y relajarlo a voluntad.
Las zonas anal y rectal son particularmente propensas a tener fisuras y heridas, a través de las cuales las infecciones de transmisión sexual (ITS) se propagan más fácilmente. Es por esto por lo que el sexo anal supone un riesgo mayor al de cualquier otra actividad sexual.
Por lo tanto, es necesario:
• Lubricación: ya que el ano no lubrica de manera natural como la vagina, se recomienda el uso de lubricantes a base de agua para que no afecte la calidad del preservativo. También se recomienda su utilización para prevenir rupturas en los tejidos internos del recto.
• Distensión: la relajación del esfínter anal. Se recomienda introducir lentamente un dedo o la punta del pene o juguete sexual, para ensanchar de manera paulatina y progresiva esta parte del cuerpo humano.
• La penetración inicial debe ser lenta para permitir que los músculos anales se relajen y así evitar fisuras que eventualmente nos ponen en mayor riesgo de contraer infecciones de transmisión sexual
Cómo limpiarse para el sexo anal:
Algunas personas prefieren usar duchas antes de tener relaciones sexuales anales, pero no recomendamos el uso excesivo de ellas.
Otras medidas de higiene simples son:
• Evitar comer antes de tener relaciones sexuales, así como consumir café, bebidas con cafeína o bebidas alcohólicas en exceso.
• Por otra parte, los alimentos con alto contenido de fibra ayudan a mantener despejada el área alrededor del ano. Lo mismo aplica para las dietas ricas en proteína, que endurece la materia fecal.
• Ir al baño al menos de 30 a 60 minutos antes de tener relaciones sexuales.
• Al finalizar, utiliza agua tibia y jabón, o una toallita (sin perfumar e hipoalergénica), para limpiar el área anal.
¡Disfruta! Si ves el sexo anal como una obligación o como algo que no genera placer, no es necesario que accedas a realizarlo. Así que, para hacerlo, debes mantenerte presente y consciente de lo que esta placentera práctica conlleva.
Para mayor disfrute antes, durante y después del acto sexual, ¡la salud ante todo!
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