José Huertas González, al que muchos lo conocen como el Jibarito de San Lorenzo, nació en el año 1946 en el barrio Quebrada Honda de dicho municipio. Su primer contacto con la lucha libre surgió en 1960, cuando tenía aproximadamente 14 años, cuando veía la televisión en casa de un vecino.
En ese entonces llegó un grupo de luchadores cubanos a la Isla, entre ellos Huracán Castillo padre, Black Georgie y El Tigre Pérez. Los luchadores se presentaban en las diferentes canchas alrededor de Puerto Rico y salían en las carteleras que para ese momento eran transmitidas a través del Canal 11. Al ver a los luchadores en la televisión quedó encantando y se encendió ese deseo de ser luchador.
Uno de los grandes luchadores de la época al que Huertas admiraba mucho era a El Gran Toledo, de México. Recuerda que le llamó mucho la atención como el hombre se manejaba en el ring y realizaba las acrobacias, maniobras y llaves.
Al llegar a sus 17 años, Huertas le dijo a su padre sobre su interés de convertirse en luchador y como para ello debía irse a Chicago a estudiar. Su padre no estuvo de acuerdo con la decisión del joven, pero aun así esto no le impidió emprender su viaje a la Ciudad de los Vientos, ya que nada se interpondría en su objetivo.
En el momento en el que se bajó del avión, llegó a la casa de los familiares que lo iban a acoger en Chicago y lo primero que preguntó fue dónde podría encontrar la escuela de lucha libre más cercana. Para su fortuna, el local se encontraba a unas dos cuadras de la residencia. Sin pensarlo, se dirigió hasta el gimnasio donde se encontraba la escuela y con los quince dólares que le había sobrado del vuelo, se inscribió.
Muchos luchadores profesionales de la época llegaban a dicho establecimiento a calentar y practicar. Como Huertas tenía esa fiebre a millón y se encontraba en buena condición, los luchadores practicaban con él. Recuerda cómo muchas veces se quedaba dormido en medio del ring esperando a que llegaran los luchadores a practicar.
Pasado unos cuatro meses en el gimnasio, llegó el verano y estuvo retirado de las actividades por unos dos meses. Ya iniciando la temporada de invierno, un promotor local realizó una cartelera para el 30 de octubre de 1965. Pero, le faltaba un luchador. Habló con los participantes del gimnasio y ellos rápido mencionaron a Huertas, pues sentían que ya estaba preparado para luchar.
Como nadie conocía su nombre, lo bautizaron como “El Profeta”. Al llegar al gimnasio el dueño le hizo gestos de puños en el aire, lo que confundió a Huertas, ya que no entendía muy bien a qué se refería, pues existía la barrera del idioma al no hablar inglés. El dueño lo llevó hasta el cartel de lucha libre y le señaló el nombre de “El Profeta”. Fue allí cuando otro puertorriqueño que había llegado al local y le explicó dejándole saber que iba a formar parte de la cartelera.
Ese 30 de octubre de 1965 se convirtió en el debut de Huertas. Salió al cuadrilátero, con un público de unas 300 a 400 personas que se habían convocado al lugar para presenciar el encuentro que tendría con La Araña. “Bien difícil, nervioso, aunque yo quería eso. Me fue muy bien. Todos los que tenían experiencia en la lucha me dijeron ‘lo hiciste muy bien’ y eso es lo que uno quiere. Por ahí seguí, porque yo quería ser luchador. Pero quería ser uno de los mejores. No luchador, porque luchador puede ser cualquiera. Pero cuando tú te pones esa meta de ser el mejor, son palabras grandes” dijo Huertas en entrevista con EL VOCERO.
De Chicago llegó a Detroit, Michigan, y luego comenzó a viajar de estado en estado luchando y demostrando sus hazañas dentro del cuadrilátero. Durante su corrida en Kansas City, hubo una oportunidad para que se trasladara a Louisiana. Fue aquí donde el promotor le cambió el nombre de El Profeta a Sabu, pues decía que tenía un cierto parecido al actor hindú Sabu (Elephant Boy).
En 1970, el señor Vince McMahon padre le ofreció formar parte de la World Wide Wrestling Federation (WWWF, actualmente World Wrestling Entertainment, WWE), en donde luchó como José González. Aquí tuvo la oportunidad de luchar en uno de los espacios más emblemáticos, el Madison Square Garden en Nueva York. Durante los cuatro años que luchó para la empresa, también luchó en dos ocasiones contra Pedro Morales.
La llegada de El Invader a Puerto Rico
En una de sus estadías en Nueva York, Huertas conoció por primera vez a El Acróbata de Puerto Rico, Carlos Colón. Como ya la empresa de Capitol Sports Promotion (hoy día World Wrestling Council, WWC) se encontraba en operaciones en la Isla, Colón le ofreció un contrato para que luchara en Puerto Rico.
Puerto Rico ya tenía tres figuras importantes en la lucha libre, José Rivera, Carlos Colon y Hércules Ayala. “Que llegara otro puertorriqueño iba a ser difícil. Estudié todo eso y me puse una máscara, como El Invader. También mi mamá no quería que yo luchara y mis padres estaban en Puerto Rico y por eso me puse la máscara y me llamé El Invader”, detalló Huertas.
El nombre surgió tras una plática con veteranos de la WWWF, como Killer Kowalski. Pues necesitaba un nombre para luchar en su tierra y le propusieron El Invader “Me sonó bien. El Invader, de un sitio desconocido. Pues era enmascarado y no podía decir que eras puertorriqueño”, dijo Huertas. Como había pasado mucho tiempo con mexicanos en los Estados Unidos, se le había pegado un poco el acento de sus compañeros, por lo que cuando comenzó a luchar en Puerto Rico la fanaticada se cuestionaba su procedencia.
Con el pasar del tiempo se quitó la máscara y anunció que era de San Lorenzo, Puerto Rico. De aquí en adelante se dio a conocer como el Jibarito de San Lorenzo, pronunciando frases como: “El que no tiene reversa”, “Se te pusieron los huevos a peseta” (hoy día a peso), “Si me tocas, rompemos el coliseo”.
Suscríbete para recibir en tu email las noticias más importantes de Deportes.
Success! An email has been sent to with a link to confirm list signup.
Error! There was an error processing your request.
Todo luchador debe tener un final en sus luchas. un movimiento que lo destaque por encima de los demás y que le ayude a salir victorioso de su enfrentamiento. Como lo han sido la figura cuatro o la dormilona, movimientos que han sido utilizados por múltiples luchadores en sus oponentes. Al momento de llegar a Puerto Rico, El Invader quiso crear algo diferente y no una llave que fuera ya utilizada por muchos. Durante su tiempo en la WWWF había un luchador que se vendaba las manos y eso le gustó. Así fue cómo creó El Puño Vendado, donde propiciaba un golpe al corazón de sus oponentes.
Los Invaders
El Invader ya había hecho su nombre y la fanaticada lo había aceptado. Por lo que deseo traer una persona que fuera mejor o igual que él. Quería una pareja que pegara y tuviera buena química en el cuadrilátero. Fue así como se acordó que durante su tiempo en Louisiana había conocido a al puertorriqueño Roberto Soto (El Invader #2) y lo llamó. Desde ese entonces se dieron a conocer Los Invaders en la lucha libre, una pareja que fue acogida de manera positiva por el público.
Luego llegó Johnny Rivera como El Invader #3. Cuando Huertas viajó a Nueva York en 1983, se encontró con Rivera y lo reclutó inmediatamente para que formará parte de su equipo. Cuando ambos llegaron a Puerto Rico se introdujo a Rivera como El Invader #3 y el resto fue historia. Sin duda alguna una de las parejas más recordadas y emblemáticas de la lucha libre puertorriqueña.
El Invader llega a la IWA
La International Wrestling Association (IWA) tenía una cartelera en el Coliseo Roberto Clemente en San Juan y buscaban un nombre que fuera llamativo. El Invader aceptó la propuesta e hizo su debut en la empresa. “La IWA era diferente porque era de los jóvenes y yo vengo de los viejitos, más o menos. Y la juventud, que eran los más que iban a la IWA, me aceptaron, un veterano con los jóvenes”, dijo Huertas.
Pasado un tiempo, luego de sus riñas que diversos luchadores de la empresa, llegó el momento de su retiro oficial de los cuadriláteros. El 14 de octubre de 2006, durante la gran noche del Hardcore Weekend, EL Invader puso final a su riña con Savio Vega en el Estadio Ydelfonso Sola Morales de Caguas. “Me retiré en una buena condición. Quería retirarme y que la gente me vea que no me debo de retirar, porque me veo muy bien. Y así fue el caso mío. Yo me entrené como si fuera a estar dos años más. Me veía bien en la última lucha” confesó Huertas.
Récord Guinness
En el 2022, El Invader luchó contra Many Ferno y se convirtió en el nuevo Campeón Mundial de la IWA a los 76 años. Logrando establecer una nueva marca en el libro de récord Guinness al ser el luchador de mayor edad en el mundo en ganar un Campeonato Mundial.
El primer récord de ganar el Campeonato Mundial lo logró el luchador Lou Tesz, a los 61 años en 1977. Luego, Abdullah “The Butcher” en el 2004 a los 63 años y El Invader a los 76 años.
“Me sentí muy bien. Muy buena lucha. Una lucha tremendísima. Porque también puedes hacer el ridículo. Yo nunca voy a subir al ring a hacer el ridículo, porque tú sabes lo que puedes hacer y lo que no. Fue una muy buena lucha. Manny Ferno es muy buen luchador, joven. Y me sentí contento” dijo Huertas.
Tras 60 años de trayectoria activa en la lucha libre, Huertas ahora disfruta de su retiro. “Me siento muy contento y orgulloso. Porque saliendo de un pueblito, de un barrio de San Lorenzo, un pueblo pequeño. Se puede. Lo que tú quieres, la meta que tu desees, se puede. Aconsejo a todos los jóvenes que en lo que sea, boxeador, pelotero, cantante, lo que sea, se puede. Después que tú te pongas y trabajes fuerte. Si yo lo hice saliendo de un barrio de San Lorenzo, para esos tiempos, lo puede hacer otra persona”, enfatizó Huertas.
“Yo respeto mucho la lucha libre. Lo único que yo he hecho en mi vida, desde que empecé un jovencito, es luchar. La lucha libre me ha dado muchas cosas. Yo tengo un hijo doctor, otro científico y una hija farmacéutica, producto de la lucha libre. La lucha libre me dio todos esos beneficios para poder hacer eso con ellos. Y críe tres hijos maravillosos”, aseguró Huertas.
Una de las cosas que El Invader aconseja a la nueva generación de la lucha libre es el compromiso con la fanaticada. Recordar que siempre hay que darle lo mejor a ese fanatico que paga una taquilla para ir a verte y hacer que ese dinero cuente. “La lucha para mí empezaba en el camerino. Yo me calentaba, me echaba un aceitito y cuando salía por las cortinas la gente veía a un tipo que iba a pelear. Yo les doy lo máximo, tuviera o no tuviera público. A veces tenías 200 personas, pero yo luchaba como si tuviera 10 mil”.
“Yo lo logre todo. Viajé por el mundo entero, luché con los mejores, estuve con todos los campeonatos que puede haber en la lucha libre. Me llevó los aplausos y la alegría del público. Si me muero me gustaría que me recordaran como el jibarito de San Lorenzo. Siempre donde quiera que yo voy, porque lo soy. La verdad es verdad. Vengo de una familia grande, que vale mucho, y por eso digo que se puede. Si yo pude, viniendo de un barrio de un pueblito pequeñito, barrio Quebrada Honda, y llegue donde llegue, pues se puede” concluyó Huertas para la serie de Boricuas en la Lucha Libre.