La pelea de los 30 segundos. Así llamaban irónicamente los canales de noticias al combate que sostendrían Mike Tyson y James Douglas, el 11 de febrero de 1990 en Tokio. La superioridad de “Iron Mike” en la categoría de los pesados del boxeo era tan grande, que los tickets de sus peleas se transformaron en el espectáculo más costoso, ya que se pagaban grandes cifras por un espectáculo que apenas duraba un puñado de minutos. Su pelea anterior, frente a Carl "The Truth" Williams, duró sólo 93 segundos.
No era fácil conseguirle un rival a Tyson (37-0 y 33 nocauts, 17 antes de terminar el primer round). ¿Quién iba a querer bajar del ring dormido?
Sin embargo, Douglas (hasta ese momento (29-4-1 y 19 nocauts) decidió probar suerte. “Solo mi madre creía que yo podía ganar”, confesaba el peleador estadounidense. Y tres semanas antes de la famosa pelea, el 18 de enero, Buster sufrió un tremendo golpe al perder a su mamá Lula.
Pero fue justamente en nombre de su madre que no pospuso la pelea.
A James le gustaba más leer a Shakespeare que entrenar, aunque esta vez lo sucedido con su mamá, que la madre de su hijo estaba padeciendo una complicada enfermedad renal y el temor que Tyson inspiraba de por sí, fueron los planetas que se alinearon para sacar lo mejor de sí mismo. Se preparó como nunca.
En el otro rincón sucedía exactamente lo contrario. “No, no ví ninguna pelea de mi rival, no me interesa”, comentó Tyson antes del combate. Su soberbia llevó al dios del boxeo a cometer su primer pecado. “El 8 de enero de 1990, subí a un avión para volar a Tokio dando patadas y gritando. No quería pelear, todo lo que me interesaba entonces era salir de fiesta y tener sexo”, confesó Tyson en su autobiografía “The Undisputed Truth” (“La verdad indiscutible”).
Tyson no escatimó en detalles de lo ocurrido antes de la histórica derrota: “El día antes de la pelea también había tenido sexo con dos mucamas al mismo tiempo. Y luego dos chicas más, una a la vez, la noche antes del combate", reconoció el boxeador. El campeón detalló cómo “además de tener sexo con las mucamas, me estaba viendo con una joven japonesa con la que había tenido sexo la última vez que estuve en Japón”. Tyson recordó cómo engañaba a su esposa, la actriz Robin Givens, para poder tener esos encuentros sexuales: “Robin salía de compras y yo bajaba a la parte trasera del hotel donde esta joven tenía una habitación. Así que ése fue mi entrenamiento ante Douglas”, confesó el campeón mundial pesado más joven de la historia.
Las apuestas estaban 42 a 1 a favor de Tyson. Hasta se registró una apuesta de 160,000 dólares a su favor, ¡solo para ganar 4,000 dólares! No es difícil imaginar lo que habrá sentido ese apostador cuando Douglas seguía de pie en el quinto round, peleando de igual a igual con Tyson.
Suscríbete para recibir en tu email las noticias más importantes de Deportes.
Success! An email has been sent to with a link to confirm list signup.
Error! There was an error processing your request.
A la falta de profesionalidad de Mike, se sumaba la de su rincón. Ni siquiera habían llevado los elementos necesarios para para desinflamarle la cara por los golpes recibidos.
En el séptimo asalto un uppercut de derecha de Tyson derrumbó a Douglas. El árbitro mexicano Octavio Meyrán inició el conteo con una cadencia lenta y contó hasta nueve en catorce segundos. Don King, el polémico representante de Tyson, bramaba desde el ring side, quería que todo se terminara y así montar una pelea monumental con Evander Holyfield. Cuando Tyson iba a rematar a Douglas sonó la campana.
A los golpes de Tyson le faltaban pólvora, su mirada asesina quedó sepultada bajó la inflamación de sus ojos, y su rincón trataba desesperadamente de recuperar su rostro con un improvisado guante de látex con hielo.
En el décimo asalto Douglas olió sangre y atacó con decisión. Tyson, que jamás había estado en una situación desfavorable, no entendió que debía enfriar la pelea, algo tan básico como abrazar a su rival hasta recuperar el aliento no estaba en su manual, y una andanada infernal de golpes lo puso de espaldas contra la lona. Meyrán, en un gesto humano, contó hasta ocho y abrazó a un Tyson que no sabía dónde estaba. Silencio en el Tokyo Dome, silencio en todo el planeta. Todo era incredulidad. Lo que hoy sería una noticia viral en las redes sociales, fue viral de boca en boca: "Alguien le ganó a Tyson!"
Muchos años después, en una entrevista para el periódico Excélsior, el árbitro Meyrán aseguró: “Después de la pelea hice una conferencia de prensa en la que me sentaron de un lado a Don King, promotor de Mike Tyson, y del otro lado a José Sulaimán, presidente del CMB. Ellos querían que yo declarara que me había equivocado en el conteo en la caída de Douglas. Don King no quería pagar la cuenta de mi habitación y canceló mi boleto de avión de regreso a México. Me estaban acusando de una cuenta larga, misma que no existió. Y, previo a la pelea, don José Sulaimán me pidió que fuera elástico con Tyson y que, si veía lastimado a Douglas, parara la pelea de inmediato. Si yo hubiera declarado esto después del combate, muchas cosas hubieran cambiado”.
Buster Douglas perdió en su siguiente pelea con Evander Holyfield en el primer round, Mike Tyson volvió a tener una serie de triunfos hasta perder también con Holyfield y el referí Octavio Meyrán se retiró poco después.
La pelea que iba a durar 30 segundos y resultó ser eterna.